Der fliegende Holländer
Wilhelm Schüchter | ||||||
Chor und Sinfonieorchester des Nordwestdeutschen Rundfunks | ||||||
Date/Location
Recording Type
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Daland | Kurt Böhme |
Senta | Helene Werth |
Erik | Bernd Aldenhoff |
Mary | Res Fischer |
Der Steuermann Dalands | Helmut Krebs |
Der Holländer | Hans Hotter |
The sound in this studio recording made for broadcast is much more listenable than Hotter’s 1944 Munich recording. Climaxes are fairly clear and background noise (tape hiss or surface noise?) is steady and unobtrusive. Musically it is characterized by rather driven tempos taken by conductor Wilhelm Schüchter and seems really rushed at times, though it is does have some exciting moments, along with some shaky moments in the orchestra. Helene Werth is a younger sounding and more attractive Senta than Viorica Ursuleac in Munich and Kurt Böhme actually makes Daland a rather sympathetic character with genuine charm. As Erik, Bernd Aldenhoff’s Heldentenor struggles with the ornamental passages but has the power to be heard in the last act ensembles. Hotter is again a uniquely eloquent and commanding Dutchman and only an occasional moment of labored breathing is a reminder of the asthma-induced vocal difficulties he had experienced in the late 1940’s.
Unos meses después del fallecimiento de Hans Hotter se ha publicado por primera vez en formato compacto una grabación protagonizada por él de El Holandés Errante de Wagner realizada en 1951 para la Radio de Hamburgo, en condiciones de estudio. Con este son ya tres los documentos con que contamos para poder escuchar al “maldito de los mares” interpretado por quien ha sido, para el común de los críticos, el más grande recreador del papel, al menos entre quienes llegaron a grabar la ópera completa.
Los dos registros que conocíamos hasta ahora eran el mítico de 1944 en Munich, dirigido por Clemens Krauss y una toma del Met neoyorkino de 1950, dirigida por Fritz Reiner. La versión de Krauss está por encima de todo elogio y de no ser por la mediocre Senta de Viorica Ursuleac (esposa del director) podría decirse que estaríamos ante “la” versión del Holandés Errante; lo que sí admite pocas dudas es que nunca se ha oído el papel titular como lo interpretaba Hotter en aquella ocasión, en la plenitud de sus 35 años. Seis años después en el Met escuchamos una interpretación más teatral, con más “bravura”, aunque sin el supremo refinamiento y sensibilidad que alcanzaba con Krauss; por desgracia, el sonido se oye con bastante distorsión (en la de Krauss el sonido es irregular, pero en algunas partes como el Monólogo del Holandés es realmente bueno). Si no fuera pecado decir esto de un artista tan eximio como Hotter, podría decirse que el Met se encuentra un poco “vulgarizado”, comparando su prestación con la de 1944. Eso sí, al menos tuvo a su lado a una Senta digna de su altura, como Astrid Varnay, y una dirección vibrante de Reiner, aunque el resto del reparto tenga menos atractivo (en eso también es preferible la versión con Krauss).
En esta tercera grabación de la Radio de Hamburgo encontramos a Hotter menos redondo en lo vocal que en las dos ocasiones anteriores, la voz ha perdido algo de esa rotundidad característica, en cambio las condiciones de estudio favorecen la mayor matización, la interpretación más interiorizada, cargando más las tintas en el “patetismo” que daba a personajes como Wotan o, más tarde, Gurnemanz. Teniendo en cuenta que el sonido también es mejor, encuentro en conjunto preferible su prestación aquí antes que la del Met, aunque nada puede igualar la cima conseguida en 1944.
Solamente por la presencia de Hotter ya parecía injusto que esta grabación no hubiera llegado nunca al CD antes del presente año 2004, pero el que piense que ese sería su único atractivo se llevará más de una sorpresa, y todas agradables. En primer lugar, está la Senta de la soprano Helene Werth, de quien nunca había escuchado nada, y que es toda una revelación: una voz bellísima, de indecible dulzura, que nos puede traer al recuerdo a una Elisabeth Grümmer. Cierto es que una voz así la asociaríamos antes a una Elisabeth o una Elsa, para Senta estamos acostumbrados a voces más dramáticas, pero la Werth vence cualquier reparo gracias a la pura belleza vocal, y no resulta un inconveniente el que no tenga unos agudos más potentes para cerrar su dúo con el Holandés o el propio final de la obra.
Otra muy agradable sorpresa ha sido el Daland de Kurt Böhme, que reclama un puesto entre los más grandes intérpretes de su papel: en lugar del zafio mercader que se escucha tantas veces, aquí tenemos a un padre sensible y capaz de cierta delicadeza; su “Mögst du, mein Kind” parece el “paternal” consejo que daría un Hans Sachs.
El resto del reparto no está a esta soberbia (e inesperada) altura, pero tiene calidad. Bernd Aldenhoff es conocido por los wagnerianos por sus Sigfridos en el Bayreuth de los 50; no voy a negar que sea un cantante algo tosco, si lo comparamos con lo mejor de su época (un Windgassen, por ejemplo) pero su Erik, un papel menos comprometido, es como mínimo muy acepable. Helmut Krebs canta con sensibilidad la parte del Timonel, sólo se le puede reprochar algún sonido “caprino”, pero son momentos aislados, y como Mary está la legendaria Res Ficher, a quien también se puede escuchar en Bayreuth-1961 con Sawallisch.
La dirección de un “kapellmeister” como Wilhelm Schüchter sirve a la obra y acompaña bien a los cantantes sin pretender decir nada original, pero con oficio y dedicación, lo que no es poco, obteniendo un buen rendimiento de los disciplinados conjuntos de la NDR.
La toma de sonido es en general muy aceptable, aunque en el trasvase a CD parecen haberse colado algunos chasquidos o crujidos que hubiera sido fácil evitar. Como “Bonus” se ofrece la Balada de Senta cantada por Marianne Schech, en una toma de la Radio de Stuttgart de 1953 dirigida por Alfons Rischner: el sonido es sorprendentemente bueno, pero la interpretación convence menos que la de Helene Werth.
En resumen, una grabación de la que incialmente podría haberse pensado que su único interés estaba en Hotter, y que ha sido toda una sorpresa. Preferible en conjunto a la del propio Hotter en el Met, la cual sólo es superior en la dirección de Reiner y quizás en una Senta más “ortodoxa” de la Varnay. La presente edición de Walhall es algo que cualquier wagneriano debería atesorar.