Lohengrin
Wolfgang Sawallisch | ||||||
Coro Filarmonico di Praga Orchestra del Teatro alla Scala Milano | ||||||
Date/Location
Recording Type
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Heinrich der Vogler | Franz Crass |
Lohengrin | Jess Thomas |
Elsa von Brabant | Ingrid Bjoner |
Friedrich von Telramund | Gustav Neidlinger |
Ortrud | Astrid Varnay |
Der Heerrufer des Königs | Tom Krause |
Vier brabantische Edle | Walter Gullino |
Gianfranco Manganotti | |
Alfredo Giacomotti | |
Carlo Forti |
Se reedita en el sello LIVING STAGE una grabación ya conocida por los aficionados wagnerianos por haber aparecido antes en MELODRAM, y que corresponde a la función inaugural de la producción de Lohengrin estrenada en el Teatro Alla Scala de Milán el 18 de marzo de 1965, con dirección escénica de Peter Lehmann, y musical de un maestro tan acreditado como Wolfgang Sawallisch.
Este registro parece en principio destinado a los coleccionistas “muy coleccionistas”, ya que con el mismo director y casi con el mismo reparto podemos encontrar la grabación oficial de Philips hecha en Bayreuth tres años antes en la famosa producción de Wieland Wagner, en la que repiten cuatro de los seis protagonistas que encontramos aquí. Lógicamente, la grabación de Philips tiene un sonido estéreo infinitamente superior (lo contrario hubiera sido casi milagroso) a esta toma “mono” supuestamente procedente de la RAI, que ni siquiera está a la altura de lo que se podría esperar para la fecha, aunque sí permita una escucha digna de la obra. También los conjuntos de Bayreuth se muestran superiores a los italianos en este repertorio (lo contrario hubiera sido asimismo milagroso), aunque hay que reconocer que las huestes de la Scala se defienden muy dignamente, y la diferencia con Bayreuth es menos acusada en la orquesta que en coro.
Comencemos por recordar lo que ambas grabaciones tienen en común. En primer lugar, su director, Wolfgang Sawallisch, quien grabó en Bayreuth a principios de los 60 las tres “óperas románticas” de Wagner, Holandés, Tannhäuser y Lohengrin. Esta última siempre me ha parecido la mejor dirigida de las tres, aunque la mayor fama se la ha llevado Tannhäuser debido a la presencia de Wolfgang Windgassen cantando el papel titular, y a que su reparto no presenta ningún lunar de la importancia del que tiene en Lohengrin el Telramund que cantaba un Ramón Vinay en franco declive. En la grabación milanesa volvemos a oír su concepto de esta ópera, una visión refinada y con “tempo” en general ligero, que hace pensar más bien en la elegancia de la corte que en la rudeza del guerrero. Dentro de un nivel en general de total solvencia, a veces llega incluso más allá, alcanzando esos momentos “hirvientes” que sólo se hallan en las grabaciones en vivo, como la atmósfera creada en la “escena de la conspiración” del comienzo del acto 2, entre Telramund y Ortrud. En resumen, una dirección modélica, muy superior a la de más de un presunto especialista en Wagner de hoy en día, y que nos hace pensar que es una lástima que Sawallisch no volviera a grabar esta ópera con sonido digital (quizás aún lo haga).
En el papel titular encontramos al tenor norteamericano Jess Thomas, quien además de la grabación de Philips también había sido Lohengrin en la que muchos consideran como “la” versión de referencia, la dirigida en 1963 por Rudolf Kempe. Thomas siempre padeció la comparación con Windgassen, y es cierto que al lado de tal artista inevitablemente parece algo rudo, pero no deja de ser un Lohengrin soberbio, de un nivel que se echó en falta en los años de la gran crisis de voces wagnerianas (70-80), aunque hoy día, al contar con Ben Heppner y Peter Seiffert quizás se valore menos lo que representaba en su época tener a Jess Thomas. En esta grabación milanesa, lo peor es su primer acto, donde se muestra estentóreo, con voz forzada, pero el segundo mejora notablemente y en el tercero su “In fernem land” es ejenplar.
La “malvada” Ortrud es aquí Astrid Varnay en una de sus grandes creaciones, de la que ha dejado dos grabaciones oficiales, tanto la mencionada de Sawallisch para Philips como la grabada en el Festival de Bayreuth de 1953, dirigida por Joseph Keilberth, esta última también situada entre las comúnmente consideradas como “de referencia”. Si en 1962 la voz ya estaba en cierto declive al compararla con 1953, tres años después la situación, lógicamente, no es mejor, aunque poco importa al escuchar una interpretación de la “bruja pagana” de tal calibre; puede haber Ortruds mejor cantadas, pero no las habrá más salvajes y vengativas que la Varnay, quien seguramente se ganó al público en esta velada “scalígera”.
El barítono-bajo Franz Crass siempre me pareció un cantante de voz noble pero poco expresiva; quizás por ello dé lo mejor de sí en papeles como el del Rey Enrique, donde no viene mal un cierto hieratismo propio de la “Majestad real”, y donde repite aquí su buena prestación de Bayreuth. Por último, el Heraldo de Tom Krause es el que más claramente ha mejorado su actuación desde la de Bayreuth-62 (donde era un debutante), con una voz pletórica que contrasta con las de los Heraldos de las versiones que hemos citado como “referencias” (Keilberth y Kempe) en las cuales este personaje está muy descuidado, no dándosele toda la importancia que merece.
Hasta aquí los nombres comunes a la grabación Philips de Bayreuth-1962. Las novedades se reducen a dos cantantes. El primero es el Telramund que interpreta quien fue durante tantos años el “malo oficial” de Bayreuth, Gustav Neidlinger, un barítono al que se consideraba el intérprete por excelencia de papeles como Alberich o Klingsor, pero que sin embargo fracasó siempre que quiso salir de los roles donde se le había encasillado. Como en la grabación de Bayreuth ya hemos dicho que este papel lo cantaba un Vinay en decadencia, al menos aquí salimos ganando con el cambio. Neidlinger tuvo una voz muy clara, poco asociable en principio con personajes siniestros de quienes se espera un sonido más “cavernoso” (podría decirse que la voz era la de “un malvado todavía joven”) pero con su interpretación sabía dar a sus papeles ese carácter “maquiavélico” que constituía su sello personal. Su Telramund no tiene nada de la nobleza de un Fischer-Dieskau (que lo plantea como un hombre de honor que es engañado por su mujer) ni tampoco parece corroído por las dudas como un Hermann Uhde, otro de los intérpretes más célebres del personaje; en su lugar, él y Ortud son “tal para cual”, los dos maquinan sus maldades sin que ella parezca tener que esforzarse mucho en convencerle para que se sume a su plan. Una visión que tiene su interés, y de la cual esta grabación es, de momento, el único sitio donde se puede escuchar (a falta de que Golden Melodram reedite el otro Telramund conocido de Neidlinger, el dirigido por Maazel en Bayreuth en 1960, hasta ahora sólo en LP).
Pero el reclamo principal de esta grabación es, qué duda cabe, la presencia de Ingrid Bjoner como Elsa. La soprano noruega, nacida en 1928, tuvo una carrera que la llevó a cantar en los más prestigiosos teatros de ópera (Viena, Londres, San Francisco, Munich), aunque sus actuaciones en Bayreuth se limitaron al Anillo dirigido por Kempe en 1960 (donde cantó tres papeles: Freia, Helmwige y Gutrune) y no regresaría hasta ¡1986! para cantar Isolda con Barenboim; posiblemente en ella se cumpla el dicho que afirma que quien hace carrera en Munich (donde la soprano era toda una estrella) no la hace en Bayreuth, y viceversa.
Su legado discográfico “oficial” es mínimo; lo más conocido será sin duda su Emperatriz en La mujer sin sombra dirigida por Keilberth para DG, y de Wagner solamente grabó, que sepamos, unos tardíos Wesendonck-lieder. Como sucede en estos casos, el hueco que ha dejado la carencia de grabaciones oficiales es suplido con las de origen “pirata”, y de ahí que aparte del mencionado Anillo de Kempe hayan aparecido también cantados por la Bjoner un Holandés de la RAI de Roma de 1969 y el presente Lohengrin de la Scala, cuya edición tiene así sentido dentro de la recuperación de grabaciones protagonizadas por la soprano.
La Elsa de la Bjoner se muestra como una mujer de fuerte carácter, no la “mosquita muerta” que se nos presenta a veces, aunque cabe preguntarse si esta visión (que sienta magníficamente a Senta en el Holandés Errante) es lo más adecuado para Elsa; así, cuando a requerimiento de que nombre a su defensor en el “juicio de Dios” contesta “Ese caballero me defenderá, él será mi campeón”, lo dice en un tono de seguridad tal que poco le falta para añadir “…y pobre de él como no se presente”. No hallaremos aquí la fragilidad o la delicadeza de Elsa ante el tribunal que puede decidir sobre su vida, lógicas dada su situación, y en ese sentido puede preferirse a Anja Silja, la intérprete de este papel en la grabación de Sawallisch para Philips, aunque su Elsa aniñada tampoco sea el ideal de este personaje (ideal que, al menos después de la guerra, encarnó Elisabeth Grümmer).
El carácter de homenaje a Ingrid Bjoner de este documento (aunque la portada no se le dedique a ella sino a Jess Thomas) se ve reforzado por el “Bonus” que contiene cuatro fragmentos wagnerianos cantados por ella; uno es la “Balada de Senta” del mencionado Holandés de la RAI de Roma del 69, también dirigido por Sawallisch, y el resto provienen de grabaciones que quizás aparezcan completas algún día: un “Dich, teure Halle” de Tannhäuser (Colonia, 1962 – director: R. Kraus), “Der Männer Sippe” de La Walkyria (Berlín, 1961, director: Richrath) y “O Sachs mein Freund” de los Maestros (Duisburg 1961, director: Zaun). Interpretaciones todas ellas modélicas (sobre todo su Sieglinde, realmente sensacional) y algunas de ellas con muy buen sonido, como las de Walkyria y Tannhäuser, mientras que el fragmento de Maestros resulta casi inaudible.
Digamos por último que los “Cuatro caballeros brabanzones” son cantados por nombres locales, sin que eso suponga ningún desdoro (ya quisiera Plácido Domingo tener una dicción alemana como la de los comprimarios de la Scala) y que en el tercer acto se practica el mismo corte que estableció Wieland Wagner (y que se continúa haciendo en Bayreuth), desde el “Luft! Luft!” de Elsa hasta la intervención del coro anunciando “Der Schwann! Der Schwann!”: cuatro minutos de música que desaparecen, y que contenían la famosa arenga “Nunca en el futuro penetrarán en Alemania victoriosas las hordas del Este”. Sin embargo, no encontramos aquí el otro cambio que hacía Wieland, y que tampoco se realiza hoy día, el de la palabra “Führer” por “Schützer” en la última frase de Lohengrin, al presentar al hermano de Elsa antes convertido en cisne.
En resumen, una grabación que, como dijimos al principio, quizás interese solamente a los “coleccionistas muy coleccionistas” pero que contiene una función modélica de Lohengrin, con momentos memorables y un reparto en general más redondo que el de la grabación oficial de Philips, pues no hay ningún lunar tan grande como el de Vinay en aquella ocasión.
Angel Riego Cue